Un programa fascinante
Juan Krakenberger

Madrid, 30/04/2009.
Auditorio Nacional.
Sala de Cámara.
Tommaso Lonquich, clarinete.
Laia Falcón, soprano.
Nora Stankowsky, violín.
Marko Hilpo y Giorgos Fragkos, piano.
Francis Poulenc: Sonata para clarinete y piano.
Franz Schubert: El pastor en las rocas op 129.
Claude Debussy: Rapsodia para clarinete y piano.
Béla Bartók: Contrastes, para clarinete, violín y piano.
Ciclo: La Generación Ascendente.


En torno al clarinete se programaron cuatro obras que no se suelen escuchar en público con frecuencia. De hecho, en los más de treinta años que sigo la vida musical madrileña no me acuerdo haberlas visto programado jamás, a pesar de su innegable calidad, particularmente de la de Schubert, una obra maestra donde las hay. Menos mal que la concurrencia a este concierto fue más numerosa que la del que inauguró la serie, y estoy seguro que este mayor público no quedó defraudado por lo que escucharon: la calidad de la interpretación no dejó nada de desear y así pudimos disfrutar de una hora de buena música.----------------------------------------------------
La Sonata para clarinete y piano de Poulenc es una de sus últimas obras, murió al año de componerla. Tiene tres movimientos, que en realidad son cuatro, porque el primer movimiento, tras un inicio turbulento desencadena en un Allegretto muy bello y tranquilo, al cual sigue una Romanza en un ritmo ¾ calmo, terminando con un Allegro fogoso, muy animado. La música refleja los ánimos de alguien que se sabe cercano al fin de su vida: hay algunos gritos de desesperanza que lo atestiguan. Pero la obra tiene el sello inconfundible de Poulenc, con su elegancia melódica y sus armonías llenas de fantasía. ---------------------------------------------
La versión que escuchamos fue excelente. Lonquich es un consumado clarinetista, con un interesante currículo a su haber, cuya musicalidad y buena técnica animan la música que interpreta de forma muy convincente. Su gama dinámica sorprende: desde un sonoro fortísimo hasta un tenue pianísimo, y un sonido apropiado para cada frase. Es por tanto un músico muy indicado para un programa de cámara. Para cultivar el género se alistó en el Instituto Internacional de Música de Cámara de Madrid, con sano criterio para su carrera, y ahora sigue perfeccionándose en la Escuela Reina Sofía. Fue muy bien acompañado por Marko Hilpo al piano, y la coordinación entre ambos fue plenamente satisfactoria.

Siguió otra obra de madurez, esta vez de Franz Schubert, El pastor en las rocas, para soprano, clarinete y piano. Data de 1828, y fue compuesto poco antes de la muerte del compositor. El inicio, con un solo de clarinete, es pura magia. ¡Qué música más bella! Luego la soprano repite la melodía inicial, y se inicia un diálogo entre soprano y clarinete, precioso. La obra tiene forma ABA, siendo B lento y lírico, y el paso de esta sección central de vuelta a la idea inicial, a cargo del clarinete en rigoroso ppp, fue extraordinariamente emocionante. Hacia el final, las cosas arrecian y la obra termina con una breve excursión de virtuosismo a cargo del clarinete.

También esta versión fue de enorme calidad: la voz de Laia Falcón, tenue y ensoñada cuando era preciso, también podía brillar en pasajes más exuberantes, y el clarinetista supo adecuar su sonoridad para que case espléndidamente con la cantante. Marko Hilpo, muy eficaz de nuevo. ¡Un auténtico placer para el oyente!------------------------

Después del intermedio, sonó la Rapsodia para clarinete y piano, de Claude Debussy, terminada alrededor de 1908. Esta obra también fue orquestada por el compositor. Luego de una breve introducción suena una elegía ensoñada, y hacia el final hay un pasaje irónico, de ritmo que llama la atención. No se trata de una de las obras maestras del compositor, pero se escucha con agrado. Dura unos seis minutos y la versión fue plenamente satisfactoria. ------------------------------

Y para terminar, otra obra que en su día tuvo mucha repercusión. Se trata de Contrastes para clarinete, violín y piano, compuesta en 1938 por Béla Bartók para el clarinetista Benny Goodman, quien estrenó la obra con el violinista Szigeti y el pianista Endre Petri a principios de 1939 en Nueva York. Tiene tres movimientos, 1) verbunkos (danza de reclutamiento), 2) pihenó y 3) sebes (relajación). Requiere que el violinista y el clarinetista traigan dos instrumentos, cada uno, a saber otro violín con scordatura Sol#-Re-La-Mib, para pasajes en el tercer movimiento, que prevé cuerdas al aire con las quintas disminuidas, y además del clarinete en la, otro en si bemol, para los mismos pasajes. A mí, que escuché la grabación (con el autor al piano) que se hizo en aquel entonces a principios de los años 1940, esta composición siempre me hizo una enorme impresión. Me parece genial como Bartók supo combinar los tres instrumentos, dando al piano muchas veces el rol de percusión. El guiño final hacia el jazz -con unos ritmos y apoyaturas típicos- testimonian que el compositor quiso acercarse a las costumbres americanas, posiblemente también como una manera de sobrevivir y conseguir adeptos. -------------------------------------

También esta versión fue plenamente lograda. Nora Stankowsky pudo sacar de su instrumento unos pizzicati muy sonoros, y sus excursiones a tesituras altas sonaron muy convincentes. Lonquich nuevamente formidable en sus intervenciones, y Fragkos plenamente integrado en el conjunto. Así terminó un concierto relativamente breve pero de una calidad excepcional, tanto por la elección del programa como por las versiones. Los organizadores y profesores pueden estar satisfechos: este concierto enriqueció, una vez más, la vida musical madrileña.

Este artículo fue publicado el 11/05/2009
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Imágenes del concierto del cuatro de mayo de 2006 en el Colegio de España en París

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¿HABRÁ QUE APOYAR LA CULTURA QUE NOS APOYA?
¡ANTES DE QUE SE HAGA DEMASIADO TARDE!
¡YA HAN PAGADO!
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¡¡CONCIERTO PARA TODOS!!
El próximo viernes, 25 de abril de 2008, en el siete de la calle Calatrava en Ciudad Real. A las 19:30.
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EL OTRO DÍA EN BARCELONA
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La relación precio calidad da vértigo. ¡Tanta calidad a tan buen precio! ¿Cómo algo tan valioso cuesta tan poco? ¿Qué es el secreto? ¿Cuál la maravilla?
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Barcelona estaba tremenda: atractiva, rápida, muy visitada, entusiasmante. Truenos y relámpagos y, al fin, en abril, lluvias mil. Antes del concierto. Después lució la mejor luz. Como la de de los cuatro grandes jueves que brillan más que el sol. En este jueves 17 de abril de 2008.
¿No tiene también el Taj Mahal , en el medio, como los jueves, un pasillo de excepción? Esta maravilla que vivimos venía desde lo más común, desde la escultura de Colón seguido del paseillo Ramblas arriba; Mercado, zumos naturales; Liceu, sumas culturales; mudas las mejores esculturas vivas del mundo, probablemente; con más de cien idiomas en el aire, de ella dicen que es bilingüe ... hasta la bulliciosa plaza de Cataluña.
Lo menos frecuente empezó ya en el auditorio del número siete de esa plaza pues tiene dos salas de butacas en forma de uve que, como buen ángulo agudo, convergen en el vértice. ¿Y qué? Pues que en el área central, separando los lados, hay un edificio que impide que los que están sentados en una parte vean a los de la otra.
Mirando a un lado o a otro, ahí, en el vertex, Ángel Cabrera, con el piano y Laia Falcón, con sus elecciones, voz y gestos, hicieron lo más monumental de la tarde: un enorme escenario muy elegante, emocionante y variadísimo. Colmándolo, pieza a pieza, de potentes iconos de finales del siglo IXX y principios del XX. En los apenas doce metros cuadrado, además irregulares, reservados para la maravilla , ¡en la ciudad de Gaudí!, profesionales impecables, Laia y Ángel, se convirtieron en geniales arquitectos mironianos, dalinianos y picassianos para fabricar y regalarnos una hermosa sala de fiesta para la vista y el oído, un marco muy bien interpretado, diseñado, tocado, cantado y representado, como conviene a los grandísimos poetas convocados. Vidrieras musicales llenas de textura, luz, forma y color. Una dinámica inteligente. Olor de santos.
Varios premios nóbeles en la cita: Bjornson, Andersen, Ibsen, de la mano y música de Grieg, en noruego. Canciones de la Comunidad gitana -todos con sus nombres- con la fuerza y delicias musicales de Dvorack, en checo. Bécquer, Lejárraga, de Castro y su Comunidad de propietarios del idioma -¿cómo puede ser anónimo el autor de un poema?- dieron textos para la música de Manuel de Falla, en español. Brecht, en alemán. Magré y Fernay en francés con Kurt Weill. También el inglés sureño del Summertime hizo su aparición con los Gershwin: Ira, el texto y George, la música.
Pero como se decía del mejor teatro: el concierto con Laia Falcón, fue, una vez más, un lugar de encuentro y reencuentro de amigos: los músicos, encantados testigos, con opinión bien entrenada dijeron maravillas: Orueta, Iwona Sobotka, Joan Bruno… los profesores universitarios veteranos, muy emocionados, llorando, saltando, felices con sus poetas vivenciales: María José Díaz-Aguado, Pilar Gonzáles, Gracia Rodríguez, Pablo Falcón… los pintores Montse y Joan Claret, veteranos resistentes condales… los jóvenes investigadores veteranos del Colegio de España de París... los jóvenes profesionales que ya han hecho su upgrade musical y disfrutan con la multiculturalidad, la técnica muy elaborada, el gesto preciso, la palabra bella y las armonías del patrimonio universal.
La relación precio calidad da vértigo. ¿Cuál es el truco? ¿Cuál la maravilla? ¿Cuál es la edad de máximo rendimiento de un físico, de un músico, de un economista? ¿Coincide con su cachet, alguna vez? ¿Será este el misterio? ¡Algo tan valioso costando tan poco!
¡Qué maravilla!
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Laia Falcón, doctora en Ciencias Sociales por la Sorbona y en Comunicación Audiovisual cor la Complutense, es soprano, actriz, autora del libro "La Ópera" en Alianza Editorial. Su curriculum, enlaces a audios, vídeos, opiniones de autoridades y alumnos, publicaciones, investigaciones, ... en https://laiafalcon.blogspot.com/

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